martes, 14 de agosto de 2012

"El Fugitivo"


Mentor.


A finales de los setenta, los editores de Stephen King temían que su excesiva productividad pudiera cansar a  sus ávidos lectores. Para evitar tal desastre, se les ocurrió la idea de publicar algunas de sus obras bajo un seudónimo: Richard Bachman. El engaño funcionó relativamente ya que, a pesar de las ventas, muchos ataron cabos y comprendieron cual era la verdadera conexión entre Bachman y King. Pero no fue hasta 1985 cuando todo se confirmó de manera oficial.

Mediante aquella artimaña, llegaron a publicar cinco novelas (dos más llegarían posteriormente) entre las que se encontraba "El Fugitivo" (AKA "The Running Man"). El argumento de esta nos traslada al año 2025, siguiendo los pasos de Ben Richards, un pobre diablo que para sacar a su familia de la pobreza participa en un concurso de televisión llamado "El Fugitivo". En él, el concursante es perseguido a nivel mundial por unos cazadores con un único fin: matarlo. En 1987, cinco años después de la publicación del libro, se estrenaría una adaptación cinematográfica, protagonizada por Arnold Schwarzenegger, que poco tenía que ver con el material original.

"El Fugitivo" no es una de las mejores novelas de King. Sí, contiene la pasión, el amor y la fuerza que el autor deposita en todas sus historias, pero dista mucho de llegar al nivel de obras como "IT", "Carrie" o "Cujo". Ni tampoco posee el mismo número de fanáticos que la saga de "La Torre Oscura". Sin embargo, yo no tengo ningún problema en incluirla entre mis novelas favoritas, quizás por el carácter emocional. Fue la primera novela que leí de Stephen King, creo que con unos once o doce años, y marcó un antes y un después en mi interés por las historias. Me enseñó el enorme potencial que tenía la página en blanco y que las historias de terror y de violencia podían ser profundas, racionales y divertidas. Pero, sobre todo, humanas.

No obstante, tampoco tengo problemas en reconocer algunos de los fallos de la novela, especialmente por la mitad, que tiende a irse por las ramas. La narración es simple, directa y efectiva, pero muy irregular en cuanto al ritmo. Cierto momentos, como el principio, transcurren a una velocidad tan vertiginosa que resultan un tanto forzados. El protagonista está perfectamente definido, un antihéroe con muy malas pulgas que consigue ganarse nuestros corazones en un santiamén. Y además, si Stephen King es conocido por la pérdida de calidad que sufren sus historias durante el transcurso del último acto, en este nos trae uno de los giros más sorprendentes y crueles de toda la novela.

Una novela con una gran carga social que retrata a la perfección el lado más oscuro de la humanidad. Un ataque directo contra la televisión, la contaminación y la economía que al leerlo, no es la dureza, crueldad y violencia la que horroriza al lector, sino el pensamiento de que todo lo narrado podría convertirse en una realidad en el futuro. Os recomiendo que le echéis un vistazo; son unas 300 páginas que se leen de un tirón y dudo mucho que os vaya a disgustar. En el mal sentido, claro.

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